Fundación Barco Logo

Aidé, un camino de espíritu y fortaleza.

Un accidente con un artefacto explosivo convirtió su vida y su espíritu en un ejemplo de fortaleza.

Aidé, un camino de espíritu y fortaleza.

«Cuentan mis abuelos que, en el tiempo de antes, ellos podían caminar en la noche, no les pasaba nada, y ahora no es así. Ya han cambiado muchas cosas».

Cuando tenía 13 años, la vida de Aidé dio un giro inesperado. Un accidente con artefacto explosivo marcó un antes y un después en su camino. Aunque su vida estuvo en riesgo y su movilidad fue gravemente afectada, con el tiempo ha logrado fortalecer su espíritu y deseos de vivir para sacar a su familia adelante.

Esa fortaleza hoy le permite contar su experiencia: «Ese día íbamos con mi papá para la finca. Caminábamos despacio. Faltaba poco para llegar. Cruzamos un potrero de un primo donde había ganado». Sin pensarlo dos veces, con el afán y la curiosidad propios de su edad, Aidé decidió desviarse a través de la suave hierba del potrero: «Ahí estaba la mina. Cuando yo me desperté en la clínica y miré que estaba amputada (…) Yo grité pidiendo ayuda y el único que me pudo ayudar era mi papá».

Ahora, unos cuantos años después del accidente, mientras exhibe su talento como tejedora de fibras de palma para sombreros y otras artesanías, Aidé asumió otro importante rol que la vida le puso en frente: el de guía y consejera. Con su ejemplo de solidaridad, brinda su testimonio para evitar que se presenten más accidentes como el que le ocurrió. Para ella, las advertencias, nacidas del corazón y la experiencia, son palabras que no deben tomarse a la ligera.

Su historia es un ejemplo de que la vida en zonas donde ha habido combates, tránsito de actores armados o cultivos de uso ilícito, entre otras pistas, puede haber riesgo de presencia de artefactos explosivos como minas antipersonal o municiones sin explosionar: «Uno nunca sabe. Puede haber varios caminos, pero hay que irse por el más seguro, por donde han pasado más personas, no se puede meter en caminos abandonados. Las cosas que por ahí las dejan abandonadas y uno dice que no, eso no me puede pasar nada, voy y lo tomo, pero eso es muy peligroso».

Aidé es una de las más de 12.000 personas que han sido víctimas de minas antipersonal, municiones sin explosionar y trampas explosivas. Sus palabras son una lección que puede salvar vidas. Y ella es el soporte de su hijo, su motor para seguir en pie.

Ahora ella, a través de Pasos Seguros, alianza liderada por la Fundación Barco, brinda su testimonio como una herramienta de prevención, invitando a quienes conozcan su historia a informarse y educarse sobre los riesgos de estos artefactos explosivos, para que juntos podamos mitigar el riesgo de accidentes.

Conoce cómo mitigar el riesgo de accidentes de minas antipersonal en tu comunidad y ayúdanos a salvar vidas